Mujeres rurales: pilar fundamental de la sociedad para la adaptación al cambio climático

Una mirada desde el Programa Escalando Medidas Adaptación basada en Ecosistemas en América Latina Rural (EbALAC)

 

En el día de las mujeres rurales resaltamos su rol fundamental como agentes activas en la gestión, conservación y restauración de los ecosistemas. Su participación propicia medios de vida resilientes, que ayudan a todas las personas y comunidades a adaptarse al cambio climático.

La Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) forma parte de una estrategia amplia de adaptación al cambio climático mediante el uso de la biodiversidad y los beneficios que se perciben de los ecosistemas presentes en los territorios, con el fin de disminuir la vulnerabilidad de las personas y aumentar capacidad de adaptación. De esta forma la AbE pone en primer plano a las personas y reconoce las dinámicas existentes en los territorios, como el manejo de los ecosistemas, el desarrollo de actividades productivas, la organización social, la economía, entre otras. No busca generar cambios, sino darle poder a las personas para que utilicen los ecosistemas como herramienta para enfrentar los efectos del cambio climático en estas dinámicas.

Uno de los principales sectores que se beneficiaría de la AbE es el agropecuario, por su rol predominante en zonas rurales y donde el aporte de las mujeres rurales es muy poco evidente. La participación femenina en el mercado de trabajo del sector agrícola es baja; las mujeres realizan sobre todo labores poco calificadas y reciben menos remuneración. No obstante, las mujeres rurales tienen un papel importante en la garantía de la soberanía y la seguridad alimentaria, a través de la agricultura a pequeña escala, la crianza de animales, la gestión de los recursos hídricos y la transformación de productos, lo cual favorece a la erradicación de la pobreza y del hambre, la dinamización de las cadenas de valor y la economía local, así como el fomento de un desarrollo sostenible. 

Sin embargo, esa contribución se ve opacada por diferentes factores, como la escasa posibilidad de participación y liderazgo en los mecanismos de toma de decisiones, en la ejecución de los programas agrarios, de desarrollo rural y en los sistemas productivos. Además, enfrentan todavía limitaciones importantes para el acceso a recursos financieros, crédito, mercados, así como a servicios de salud, educación, justicia, vivienda y saneamiento, entre otros, que socavan el pleno ejercicio de sus derechos en todos los ámbitos.

Cifras en Costa Rica indican que solamente el 15% de fincas agrícolas están en manos de mujeres. Esto evidencia una brecha en relación con la tenencia de la tierra, que a su vez repercute en el acceso a los recursos, ya que solo el 38,4 % de organizaciones lideradas por mujeres logran obtener crédito; la desventaja en la tenencia de la tierra genera barreras para su autonomía. Como resultado las mujeres en la ruralidad experimentan exclusión por el hecho de ser mujeres, lo cual limita su vida, imposibilitando el control y el acceso en igualdad de condiciones a los recursos y servicios productivos que precisan para mejorar su calidad de vida y la de las familias a su cargo.

Históricamente las mujeres y las niñas han estado vinculadas al espacio doméstico como resultado de los roles de género, no obstante, en contextos rurales ese papel es aún más importante a nivel familiar y comunitario. Son ellas quienes sostienen la economía a través del trabajo doméstico, el cuido de la familia, animales, cultivos, y trabajo comunitario, actividades que no son remuneradas. Lo anterior, aunado a los desafíos sociales y económicos inherentes de la ruralidad, hace que las mujeres sean aún más vulnerables que otros grupos sociales frente a los efectos negativos del cambio climático, como inundaciones, sequía u otros eventos extremos.

Cabe resaltar que las mujeres rurales, justamente por el rol fundamental que desempeñan con sus familias y las tareas que asumen a nivel productivo y comunal, tienen un vínculo estrecho con el manejo, la conservación y restauración de los ecosistemas de los cuales dependen todas las personas y, por ende, los territorios para aumentar su resiliencia ante el cambio climático.

Es crucial reconocer la importancia de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, trabajando conjuntamente para mejorar su autonomía. Para ello se debe reconocer que las mujeres contribuyen significativamente a las economías locales, el desarrollo de los territorios y en la lucha frente al cambio climático, por tanto, el camino hacia un desarrollo sostenible y resiliente requiere un gran número de sinergias y decisiones colectivas de mujeres y hombres. Para la transformación de las desigualdades, es necesario el impulso de políticas con enfoque género, así como capacitar a las mujeres y abrir oportunidades para que ellas puedan ingresar a los espacios de toma de decisión y participar en ellos con propiedad y reconocimiento. Todo esto de la mano con la participación de los hombres en el trabajo por la igualdad.

Desde el programa “Escalando Medidas de Adaptación basada en Ecosistemas en América Latina Rural (EbA LAC)”, se promueve la participación de las mujeres rurales en espacios de toma de decisiones a partir de sus experiencias, conocimientos y necesidades. De forma integral, se fortalecen sus capacidades sobre los riesgos y vulnerabilidades frente al cambio climático, para así diseñar medidas AbE adecuadas a sus roles y responsabilidades. Se fortalece el acceso a los recursos financieros y oportunidades de financiamiento, los cuales les permite implementar estas medidas, obteniendo beneficios para el desarrollo de sociedades más resilientes en igualdad de oportunidades.

La Adaptación basada en Ecosistemas como enfoque centrado en las personas, aumenta la resiliencia de las personas y sus medios de vida, disminuyendo las desigualdades e impulsando la transformación social. Por esto hacemos un llamado a:

  • Escuchar a las mujeres, pues ellas conocen bien el entorno y los recursos naturales, así como la riqueza de la biodiversidad a su alcance;
  • Invertir en el crecimiento económico de las mujeres, pues es rentable – se benefician ellas, sus hogares, las comunidades y la sociedad;
  • Reconocer y remunerar justamente el trabajo realizado por las mujeres, sin colocarles una sobrecarga y;
  • Eliminar las barreras que frena su participación plena en los espacios de toma de decisión.

Sin las mujeres rurales la Adaptación basada en Ecosistemas no sería posible, y la sociedad perdería una gran oportunidad para construir resiliencia ante el cambio climático. Hoy agradecemos a cada una de ellas que día a día hacen posible que las comunidades sean más resilientes y afirmamos nuestro compromiso hacia una adaptación en igualdad de oportunidades y género transformadora.

 

Dra Astrid Michels

Directora del Programa EbALAC

GIZ - Cooperación alemana


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